Uno de los principales y más influyentes elementos del azar involucrados en Scrabble es la distribución entre los jugadores de esas dos fichas en blanco tan especiales que denominamos comodines, en analogía a los que aparecen en las barajas de naipes tradicionales. No importa cuánta habilidad tengas para el juego, los comodines no tienen preferencias entre los jugadores sino que responden únicamente al mandato del azar. Pero lo que diferencia a un jugador experto de un principiante en este aspecto, es la forma de aprovechar al máximo estas fichas cuando aparecen en su atril así como la habilidad de evitar que el oponente saque provecho de las mismas, si le hubieren tocado en suerte una o las dos.
Aprovechar el potencial de los comodines
Si bien es cierto que no podemos contar siempre con la ayuda de los comodines para obtener puntos extra, dado que depende exclusivamente del azar el obtener uno, los dos o ninguno, es fundamental ser agradecidos con la buena suerte y sacarles el máximo provecho cuando nos toquen.
Un comodín puede posibilitarnos obtener altos puntajes a través de las jugadas en las que participen, de dos maneras: 1) permitiéndonos acceder y jugar un scrabble, o 2) habilitando jugadas que permitan utilizar buenas oportunidades sobre el tablero combinando otras letras de alto valor con casillas de premio.
Cuando obtenemos un comodín, automáticamente aumentan nuestras probabilidades de formar un scrabble al permitirnos balancear un atril ligeramente desequilibrado. Sin embargo, si la proporción entre vocales y consonantes es muy desigual, el comodín tampoco hará milagros. Y aquí viene la regla de oro cuando hablamos de los comodines: si no podemos jugarlo por al menos 40 o 50 puntos, mejor dejarlo sentadito en el atril hasta el próximo turno. Es más, es aún mejor calcular cuántos puntos extra obtenemos por utilizar el comodín, en relación a la mejor jugada que podamos hacer sin él. En ese caso, si no hacemos scrabble, no conviene jugarlo a menos que nos proporcione 30 puntos extra (como mínimo) o más. Siguiendo este criterio, en vez de apurarse a jugarlo por pocos puntos, es conveniente intentar equilibrar el atril haciendo alguna jugada en el tablero que nos saque de encima las letras que no queremos, o haciendo un cambio si esto no fuera posible. Cuando hablamos de formar un scrabble, depende también de qué momento de la partida estemos atravesando y de la configuración abierta o cerrada del tablero. Los comienzos de partida siempre son momentos excelentes para formar scrabbles, porque hay en general más lugar para extenderse sobre el tablero. A medida que la partida avanza, si los jugadores no mantienen el tablero abierto, será cada vez más improbable jugar scrabbles, por lo que tendremos que apuntar a usar nuestros comodines para hacer otro tipo de jugadas de alto puntaje.
Cuando obtenemos un comodín, automáticamente aumentan nuestras probabilidades de formar un scrabble al permitirnos balancear un atril ligeramente desequilibrado. Sin embargo, si la proporción entre vocales y consonantes es muy desigual, el comodín tampoco hará milagros. Y aquí viene la regla de oro cuando hablamos de los comodines: si no podemos jugarlo por al menos 40 o 50 puntos, mejor dejarlo sentadito en el atril hasta el próximo turno. Es más, es aún mejor calcular cuántos puntos extra obtenemos por utilizar el comodín, en relación a la mejor jugada que podamos hacer sin él. En ese caso, si no hacemos scrabble, no conviene jugarlo a menos que nos proporcione 30 puntos extra (como mínimo) o más. Siguiendo este criterio, en vez de apurarse a jugarlo por pocos puntos, es conveniente intentar equilibrar el atril haciendo alguna jugada en el tablero que nos saque de encima las letras que no queremos, o haciendo un cambio si esto no fuera posible. Cuando hablamos de formar un scrabble, depende también de qué momento de la partida estemos atravesando y de la configuración abierta o cerrada del tablero. Los comienzos de partida siempre son momentos excelentes para formar scrabbles, porque hay en general más lugar para extenderse sobre el tablero. A medida que la partida avanza, si los jugadores no mantienen el tablero abierto, será cada vez más improbable jugar scrabbles, por lo que tendremos que apuntar a usar nuestros comodines para hacer otro tipo de jugadas de alto puntaje.
También hay que tener en cuenta nuestro puntaje en relación al del oponente. Si vamos muy atrás en la partida y necesitamos sí o sí un scrabble para tener chances de ganar, entonces no tendremos muchas elecciones. En cambio, si vamos con ventaja suficiente y podemos jugar el comodín por una cantidad suficientemente buena de puntos, es mejor hacerlo y seguir adelante.
Para encontrar scrabbles cuando tenemos uno o dos comodines en el atril, tendremos que tener muy desarrolladas nuestras habilidades de anagramado, así como tener en cuenta el balance entre vocales y consonantes y las terminaciones y prefijos más comunes. Si tenemos 5 o 6 vocales, por más que pongamos el comodín como consonante, es poco probable que encontremos un scrabble. Ahora si tenemos 4, lo más razonable sería utilizarlo como consonante. Por el otro lado, si tenemos 4 o 5 consonantes, es razonable hacerlo valer como vocal e ir probando.
Disminuir las oportunidades del rival de sacar ventaja jugando sus comodines
Si sospechamos que el rival tiene un comodín en su poder y llevamos ventaja, nos conviene cerrar inmediatamente los sectores del tablero que le puedan resultar provechosos para obtener muchos puntos a través de él. Esto es mucho más probable hacia el final de la partida, ya que si fuimos contando las fichas, sabremos cuán probable puede ser que el o los comodines que no hayan salido estén en poder del oponente. Otra forma de saber es estar atento a cualquier gesto o evidencia de parte del contrincante que nos lleve a sospechar que se trae uno bajo la manga. Los más experimentados probablemente mantengan su expresión inalterable al obtener un comodín, mientras que los más principiantes tienen más dificultades en ocultar emociones de entusiasmo, frustración o enojo. Esto no es póker, está claro, pero ser observador nunca está de más. Otro indicio de que el otro puede tener un comodín, es si empieza a cambiar seguido, lo que podría indicar que su atril viene mal y busca balancearlo, o que tiene malas fichas y no quiere jugar el comodín por pocos puntos. Después de leer esto, es probable que muchos digan que son puras conjeturas, y tendrán toda la razón. Pero como nunca podremos estar seguros, es siempre más valioso aventurar suposiciones que nos permitan hacer jugadas con más fundamento, aunque por supuesto, siempre cabe la posibilidad de equivocarnos.
Probabilidades de obtener comodines
En cuanto a probabilidades de obtener un comodín, es difícil de estimar de antemano qué grado de oportunidad tiene cada jugador de obtener uno o los dos comodines, ya que no toman durante la partida la misma cantidad de fichas de la bolsa, y las posibilidades van variando según avance el juego. Cuando el primer jugador saca la primer ficha, tiene un 2% de probabilidades de obtener un comodín. Después, hay una ramificación, según la primera ficha sea o no un comodín. Si no lo fuera, para la próxima tendría 2/99 de probabilidades, mientras que si lo fuera tendría 1/99, y así sucesivamente. Lo que es más sencillo de calcular son las probabilidades de no obtener ninguno en el primer atril del jugador que comienza, que son aproximadamente del 84%, si no me fallan los cálculos. Quiere decir, que el 16% restante, se divide entre obtener uno o los dos, por supuesto que en partes muy desiguales. Si bien es interesante saberlo a modo de curiosidad, esta información realmente no es por sí sola de mucha utilidad. Lo que sí sirve saber, es que mientras más fichas saquemos de la bolsa y con más frecuencia lo hagamos, más posibilidades tendremos de obtener los comodines, ya que si por ejemplo terminamos robando unas 60 fichas contra 40 del oponente, las probabilidades estarán claramente de nuestro lado. Si hacemos jugadas con pocas fichas y bajo valor, estaremos doblemente en desventaja. Recuerden que si no se puede hacer ninguna jugada por buenos puntajes o que al menos tenga un valor estratégico agregado, es mejor cambiar para equilibrar el atril. No he hecho seriamente las cuentas para confirmar la siguiente afirmación, pero intuitivamente parece lógica: Si suponemos que cada jugador saca un promedio de 50 fichas por cada partida, en una serie infinita de partidas, el promedio de comodines por jugador, por partida, será de 1. Por supuesto, en la finitud este orden se rompe y en muchas partidas nos ocurre que uno de los dos jugadores se lleva los dos comodines.
En conclusión, obtener un comodín puede otorgarnos mucha ventaja, pero nos obliga a pensar cuidadosamente en la manera de explotar todo su potencial para sumar puntaje, por lo cual no debemos tomarlos a la ligera.