sábado, 2 de agosto de 2008

Puntaje y distribución de las letras


Anteriormente, comentaba que me parece esencial conocer a fondo todos los elementos de Scrabble, como una base sólida para poder formular estrategias avanzadas. Así, en artículos previos me había dedicado a escribir sobre el tablero, el atril y la bolsa, tocándole ahora el turno a nuestras invaluables herramientas constructoras de palabras: las fichas. Quizás hablar del puntaje y distribución de las fichas resulte demasiado básico para casi todos los jugadores asiduos de Scrabble, pero creo que no está de más como una introducción a aspectos más avanzados de estrategia como el cálculo de probabilidades y el seguimiento de fichas, así como también a discusiones más detalladas sobre letras con características particulares, temas de los que hablaré más adelante. También me pareció interesante jugar un poco, a modo de curiosidad, con los números y las probabilidades.

En Scrabble hay 100 letras que se distribuyen en cantidad y puntaje de la siguiente manera:


Quizás una de las primeras observaciones que casi todos hemos hecho el día que conocimos Scrabble es que faltan dos letras de nuestro alfabeto: la K y la W. Éstas se han omitido deliberadamente ya que son relativamente muy pocas las palabras de la lengua española que las utilizan, relativamente. Sin embargo, hay muchos clones de Scrabble en las jugueterías que las incluyen, una de las tantas razones por las cuales nunca hay que comprar imitaciones si pretendemos jugar seriamente. Otro hecho que se destaca rápidamente es la inclusión de los dígrafos CH, LL y RR, representados por una ficha cada uno. Es ya conocido por todos, que no pueden formarse con las letras individuales que los conforman, lo que les da un valor especial. También se agregaron 2 comodines que, por supuesto, valen por cualquier letra, haciendo el juego muchísimo más interesante. Los comodines permiten expandir el número de ejemplares de cada ficha en n+2. En el caso de la letra J, por ejemplo, se pueden formar palabras con 3 Js utilizando la ficha en sí y los dos comodines. Por supuesto que no es lo usual, sin embargo, es posible.

Para decidir la distribución de las letras del alfabeto sobre las 100 fichas, se observó la frecuencia de utilización de cada una de ellas en nuestro lenguaje. Originalmente, Alfred Butts se dedicó a estudiar rigurosamente la portada del New York Times, su diario preferido, tomándose día por día el trabajo de contar las letras de todas las palabras impresas para hacer un análisis estadístico de la frecuencia de aparición de las mismas. Desconozco cómo fue el proceso para la versión en español, pero seguramente se habrán utilizado estudios ya hechos sobre el tema. Así, las letras más frecuentes aparecen repetidas más veces entre las fichas, y también tienen, por una razón lógica, menos puntaje. Por el contrario, aquellas que son más difíciles de utilizar y menos frecuentes, como la Ñ o la X, tienen un valor más significativo y cobran más protagonismo durante el juego.

A partir de la tabla podemos ver que las 100 fichas están compuestas en un 45% por vocales y un 55% por consonantes (si suponemos que un comodín vale como una cosa y el otro como otra, a modo de redondeo). Esto resulta sumamente razonable, ya que en teoría, el promedio de los atriles debería resultar balanceado. También, se puede observar que prácticamente un cuarto de las fichas son letras A y E, con lo cual, al meter la mano en la bolsa al principio del juego, sacaremos una A o una E, 1 de cada 4 veces. Como todo en la teoría de probabilidades, esto se observa cuando se promedian un número infinito de experimentos. Es decir, si bien puede ocurrir que las primeras 100 veces sólo saque un 8% de las veces letras A y E, cuando el número de observaciones tienda a infinito, el porcentaje se acercará cada vez más a 24%, estabilizándose cada vez más cerca del valor, pero nunca llegando exactamente al mismo, por las cuestiones del azar. Por ello, si bien las probabilidades ayudan a decidir, el azar sigue siendo el azar. También podemos ver que todas las letras que valen 1 punto, se llevan junto a la C y la D, que valen 3 y 2 respectivamente, aproximadamente el 75% de la bolsa, concentrándose las letras más valiosas en un cuarto de las fichas. Es por esta particularidad, que las C y las D son en general tan apreciadas por todos. Son fáciles de usar, en general bienvenidas en el atril y siempre permitiéndonos anotarnos unos puntos de más.

De las 54 consonantes que hay, prácticamente la mitad o más, son relativamente fáciles de usar. Otras pueden traernos un poco más de problemas, compensados en general por su alto valor. Sin embargo, cada cual tiene su Némesis dentro de las fichas, y no siempre son las más valiosas. En mi caso, la G y la L suelen complicarme, con cierta frecuencia, los atriles.

Las letras de más alto valor, muchas veces llamadas "las gordas", son un medio muy importante de tomar ventaja sobre el rival, siempre que podamos aprovecharlas bien y que no nos compliquen demasiado el atril. Cuando tenemos 2 o 3 gordas al mismo tiempo, es probable que nuestras chances de Scrabble se reduzcan significativamente y nos resulte complicado renovar el atril. Es por esto, que nuestro estudio de vocabulario deberíamos incluir palabras que combinen dos, tres o más letras como la CH, la LL, Ñ, F, etc.

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